Fuente: revistaiberica
Formando parte del Parque Natural del Alto Pirineo, la comarca leridana del Pallars Sobirà, también en invierno, ofrece interesantes alternativas para disfrutar de su excepcional entorno. En esta época del año, el paisaje nevado que observa la cumbre de la Pica d’Estats, de 3.143 metros de altitud, se transforma en un maravilloso escenario en el que la práctica del esquí se complementa con otras actividades en contacto con la naturaleza y con el descubrimiento de su rico patrimonio artístico y cultural.
Texto y fotografías: Luis Medina © revistaiberica
Con la colaboración de Oficina Comarcal de Turismo del Pallars Sobirá
Las laderas nevadas del Pirineo, presentan un paisaje blanco extraordinario en el que los rápidos cursos de los ríos y estrechas carreteras van enlazando los pequeños núcleos rurales que amenizan los recorridos. En sus valles se diseminan un buen número de lagos de origen glaciar como el Certascan –el mayor del Pirineo Catalán- y de sitios mágicos frecuentados por brujas para celebrar sus aquelarres, como el Pla de Negua o els Plans de Boavi, y otros lugares, como el pueblo de Tor, en donde un halo de misterio envuelve recientes episodios de disputas vecinales y asesinatos.
Se añade a este espectáculo la admirable arquitectura de montaña de sus poblaciones, que conservan ermitas, iglesias y sólidos edificios románicos, así como otras construcciones pastoriles ya utilizadas en el medievo, que enseñan la vida ganadera en perfecta armonía con el turismo rural de montaña y las distintas opciones de actividades de aventura y turismo activo.
Aventura invernal del Pallars
Por su propia orografía de montaña y las infinitas posibilidades que brinda su paisaje, los pueblos del Pallars se convirtieron en pioneros del turismo de aventura, con los concurridos descensos de rafting, hidrospeed, canoas, rutas a caballo, descenso de barrancos, escalada, etcétera. Pero, también en invierno, continúan ofreciendo otras actividades igualmente sugerentes aprovechando la presencia de la nieve y las muchas posibilidades que ésta permite, además y como complemento a los habituales descensos por las pistas de las estaciones de esquí alpino.
Así, los bosques, laderas y senderos del Pallars Sobirá pasan a convertirse en improvisados circuitos blancos, inmejorables instalaciones naturales en las que poder practicar senderismo, travesías con raquetas de nieve, esquí de fondo y de montaña, ascensiones, rutas en trineo con perros, orientación e interpretación de la naturaleza, disfrutando y saboreando con paso lento del grandioso paisaje invernal que exhibe la cordillera pirenaica.
Entre estas opciones, las rutas en trineo tirado con perros es una buena alternativa. En la estación de esquí nórdico Bosc de Virós, en los alrededores del refugio Gall Fer es un marco ideal para pasear utilizando este antiguo sistema de transporte por la nieve. Es una de las actividades invernales que facilitan el contacto con la naturaleza, los circuitos recorren caminos y bosques de gran belleza y la fuerza que se utiliza para arrastrar los trineos es la de perros que han sido debidamente entrenados para esa función y que disfrutan haciendo su trabajo. Son animales muy fieles y con un instinto especial para encontrar el camino más seguro. Las excursiones en trineo se hacen en grupos reducidos; en esta actividad cada uno conduce su propio trineo y siempre acompañados de un guía que comparte sus conocimientos sobre este deporte, sobre los animales y el entorno natural donde se desarrolla la actividad.
También es posible practicar el esquí nórdico, el esquí de montaña y las rutas con raquetas por otros de los muchos senderos señalizados o en cualquiera de las otras zonas aptas para este tipo de deportes. El Pallars Sobirà dispone de una red señalizada de unos 400 km para hacer senderismo, con todo tipo de itinerarios, con los que describir su patrimonio natural y cultural. Estas pequeñas rutas y el GR-11, la Alta Ruta Pirenaica, completan las posibilidades para descubrir por los empedrados caminos una comarca sorprendente, sus fuentes, iglesias, edificios históricos, puentes medievales, dólmenes, sus tradiciones, cultura, gastronomía, rincones de ensueño y un paisaje inimaginable. En este contexto, el ambiente alpino cautiva irremediablemente al aventurero. Los refugios de montaña, perfectamente acondicionados, son muy aconsejables para pernoctar.
Gran dominio esquiable del Pallars
Port Ainé, Spot Esquí y Tavascán, estaciones muy próximas entre sí, configuran el gran dominio esquiable del Pallars. Bajo esta marca de Grand Pallars se aúnan un total de 70 kilómetros de pistas, 232 cañones de nieve, 6 telesillas, 7 telesquís, cinco cintas. Un fortfait único permite disfrutar de estos tres sectores, haciendo más amena y variada la estancia y la práctica del esquí alpino.
Spot Esquí es una estación acogedora y familiar, especialmente reconocida por quienes optan por huir de la masificación de las grandes instalaciones. Dispone de una zona habilitada exclusivamente para esquiar los niños y con un jardín de nieve, para que los padres puedan disfrutar con tranquilidad del resto de la estación. Todas las pistas están orientadas hacia el nordeste y rodeadas de bosque, lo que le dota de un encanto especial.
Port Ainé se encuentra en las inmediaciones del término de Rialp, a los pies del Pic l’Orrri, de 2440 m. A diferencia de otras estaciones, los esquiadores no expertos pueden subir hasta la cota más alta de la estación, a 2.440 m, y acceder a la pista Bellavista, apta para debutantes.
Tavascán es una estación también de carácter familiar, a diferencia de las anteriores, dispone de un sólo telesilla y un telesquí, es una pequeña instalación con grandes pistas. En ellas coinciden esquiadores de altísimo nivel, de esquí nórdico y travesía con practicantes de niveles inferiores y debutantes. La estación se encuentra a 10 km del pueblo de Tavascán, en un paraje de gran belleza. Se trata de un nuevo concepto de estación de alta montaña, en una zona privilegiada para la práctica de todas las modalidades de esquí, dónde durante todo el año también se pueden practicar otras actividades relacionadas con el mundo de la montaña.
Entre pistas
Entre las instalaciones destinadas a la práctica del esquí y los deportes de invierno, los valles y montañas de esta porción del Pirineo acogen pueblos con especial encanto, con un valioso legado románico que se extiende por toda la comarca. La arquitectura característica del Pirineo queda también manifiesta en sus pueblos, caminos y puentes que aún conservan el estilo impuesto por el trabajo de ingenieros, escultores y pintores de otros tiempos.
Además de estos edificios heredados del románico, existe una extensa oferta museística y otros lugares de alto interés cultural, como el Ecomuseo de les Valls d’Aneu o la Serradora d’Areu, que muestran los usos y costumbres tradicionales de la comarca. Estas exposiciones coinciden con otras más actuales como el Museo de Mariposas de Cataluña o el Centro de Interpretación de Tavascán. Entre tantas y tantas opciones es recomendable no dejar pasar por alto algunas visitas de especial consideración, como son los conjuntos de Llesui, Gerri de la Sal o la localidad de Esterri d’Aneu.
En Esterri d’Aneu predomina el ambiente comercial que siempre tuvo, es la localidad más importante de esta zona, ya que se encuentra en una encrucijada de valles. Su casco antiguo lo configuran estrechos callejones con antiguos edificios, en cuya calle Mayor se encuentra la Creu de Terme. Se trata de una estela discoidal situada sobre una columna que según la tradición, fue erigida por los franceses. Junto al barrio del puente, sobre el río Noguera Pallaresa, se levanta un puente medieval de finales del siglo XIII con dos arcos y cerca de treinta metros de longitud. Cuenta también Esterri con uno de los principales ecomuseos de la zona, se encuentra en la Casa Gassia, en la que se muestra al visitante una panorámica de la forma de vida y las tradiciones de los habitantes allá por el siglo XIX, además de información útil sobre el entorno y la naturaleza.
Otro punto de interés es Llesui. Se localiza en las proximidades de Sort, municipio capital de la comarca del Pallars, en el valle de Assua, uno de los menos conocidos hasta que se construyó la estación de esquí de Llesui. Hace años que cerraron sus instalaciones, pero el pueblo, aunque fue notablemente transformado en aquel entonces, conserva detalles de su arquitectura de alto interés como la iglesia románica de Sant Pere.
Río abajo se encuentra Gerri de la Sal, declarado conjunto histórico artístico, con bellas manifestaciones de su antiguo trazado medieval como la muralla y la Torre de la Presó. Frente al pueblo se alza de monasterio de Santa María, otrora uno de los lugares de recogimiento espiritual más importantes del Pallars. El subnombre de La Sal proviene por la existencia de un manantial salino de la zona. Su explotación fue privilegio de los monjes benedictinos hasta el siglo XVIII. La organización monacal fue, en tiempos, una de las más enriquecidas del obispado de Urgell, ya que acaparaba terrenos en latifundio dominados por castillos y derechos de explotación de molinos, además de las mencionadas salinas.
El misterio de la montaña Tor
La historia de la Montaña de Tor está rodeada de misterio; es, cuanto menos, ajetreada y curiosa. En 1986 las 13 familias del pueblo de Tor deciden, en previsión de que el Estado no expropie la montaña, establecer una sociedad de condueños redactando unos estatutos por los que regirse. Así, consensuaron que ésta fuera propiedad de aquellos vecinos que mantuvieran el fuego encendido todo el año (es decir, vivieran de forma permanente en ella).
Antes de la guerra civil, los dueños de la montaña, si bien ésta está aislada la mayor parte del invierno y las condiciones de vida en dicha estación del año son muy duras allí, estaban considerados los más ricos de la zona. Tenían ganado, buenos pastos y madera, y eso entonces era ser rico. Además, y pese al aislamiento y la dureza de la vida, o tal vez precisamente por ello, las trece familias convivían en buena lid.
Con la guerra civil y más tarde, en la posguerra, con el hambre y con la dictadura, una serie de circunstancias como el hecho de que allí arriba carecen incluso hoy en día de agua corriente, luz eléctrica o línea telefónica y se encuentran incomunicados la mayor parte del invierno, dio lugar a la marcha de la mayoría de los vecinos del pueblo, al menos durante los meses más fríos. Pero el desencadenante que precipitó este abandono fue la quema de cuatro de las casas a raíz de la persecución y ejecución, por parte de la Guardia Civil, de unos maquis que se habían refugiado en la montaña.
De este modo, puesto que los estatutos indicaban expresamente la condición de “tener el fuego encendido” todo el año para mantener la propiedad, se desataron los amaños, envidias, odios y rencillas en una batalla desenfrenada entre las tres casas más importantes de Tor, plagada de demandas y juicios, y salpicada a su vez con varios asesinatos, por hacerse con el control y la propiedad de la montaña.
Josep Montané, “Sansa”, y Francesc Sarroca, “Cerdá”, los más actuales patriarcas de dos de estas casas fuertes, unidos sólo por la causa pues también les separaban disputas antiguas, luchaban con la intención de venderla o alquilarla para hacer un complejo de ocio y pistas de esquí; el otro cacique, Jordi Riba, de la casa “Palanca”, sólo por hacer valer su derecho como único dueño y vender a sus anchas la madera del lugar, así como “manejar” el paso de contrabandistas (que ni eso le falta a esta historia) desde Andorra.
Entre situaciones delirantes más propias de la imaginación de algún escritor trágico que de la vida real, “Sansa” y “Cerdá” arriendan la montaña en 1976, a espaldas del resto de miembros de la sociedad de condueños, a Rubén Castañer, un agente inmobiliario aragonés-andorrano, que pasea por “sus dominios” con dos guardaespaldas. Dos años más tarde “Palanca”, asociado por las circunstancias con los otros condueños, la alquila a dos leñadores que le harán las veces de guardaespaldas a él. Así las cosas la tensión es palpable y se masca la tragedia.
Los primeros asesinados, en 1980, fueron los dos guardaespaldas del “Palanca” a manos de los dos “protectores” de Rubén Castañer cuando, según declaraciones del “Palanca”, intentaban matarle a él, que consiguió huir. En 1981 los abogados de “Sansa” y “Cerdá” interponen una demanda contra los otros vecinos por hacerse con la propiedad de la montaña.
En 1995, el juez de Tremp falla a favor de, “Sansa”, declarándole único dueño de Tor en base a que sólo él pudo demostrar que vivía todo el año en la montaña, y dejando fuera al otro litigante con el que formaba bando contra “Palanca”, “Cerdá”. Pero su reinado en Tor duraría tan sólo cinco meses antes de que lo asesinaran.
Finalmente tras muchos procesos y recursos, en 2002, la Audiencia de Lleida dicta sentencia afirmando que la montaña es propiedad de todos los herederos de los trece fundadores. Palanca y los herederos de Sansa presentan recurso que es rechazado por última vez en el año 2005 por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, que ratifica la sentencia de 2002.
El periodista Carles Porta se metió de lleno en esta aventura de la que, como él mismo declara, ya nunca saldrá del todo, cuando en Tor se descubrió el asesinato de Josep Montané Baró, “Sansa”, y TV3, el canal de televisión para el que trabajaba, le envió a cubrir el reportaje para elaborar un programa de esa cadena llamado “30 minuts” –en referencia a su duración-. Tan magnífico trabajo de investigación hizo el equipo y tan estupendo reportaje dieron a luz que les concedieron el premio Pirineus de periodismo por el reportaje.
Tiempo después de su emisión, en 2003, Porta recibió una subvención de los premios literarios Vallverdú de Lleida para escribir un libro sobre el tema, que dio lugar al nacimiento de “Tor, La Montaña Maldita”. Un libro apasionante y lleno de misterios que nos presenta de cara las miserias humanas con ciertas dosis de humor y mucha sencillez.
Se añade a este espectáculo la admirable arquitectura de montaña de sus poblaciones, que conservan ermitas, iglesias y sólidos edificios románicos, así como otras construcciones pastoriles ya utilizadas en el medievo, que enseñan la vida ganadera en perfecta armonía con el turismo rural de montaña y las distintas opciones de actividades de aventura y turismo activo.
Aventura invernal del Pallars
Por su propia orografía de montaña y las infinitas posibilidades que brinda su paisaje, los pueblos del Pallars se convirtieron en pioneros del turismo de aventura, con los concurridos descensos de rafting, hidrospeed, canoas, rutas a caballo, descenso de barrancos, escalada, etcétera. Pero, también en invierno, continúan ofreciendo otras actividades igualmente sugerentes aprovechando la presencia de la nieve y las muchas posibilidades que ésta permite, además y como complemento a los habituales descensos por las pistas de las estaciones de esquí alpino.
Así, los bosques, laderas y senderos del Pallars Sobirá pasan a convertirse en improvisados circuitos blancos, inmejorables instalaciones naturales en las que poder practicar senderismo, travesías con raquetas de nieve, esquí de fondo y de montaña, ascensiones, rutas en trineo con perros, orientación e interpretación de la naturaleza, disfrutando y saboreando con paso lento del grandioso paisaje invernal que exhibe la cordillera pirenaica.
Entre estas opciones, las rutas en trineo tirado con perros es una buena alternativa. En la estación de esquí nórdico Bosc de Virós, en los alrededores del refugio Gall Fer es un marco ideal para pasear utilizando este antiguo sistema de transporte por la nieve. Es una de las actividades invernales que facilitan el contacto con la naturaleza, los circuitos recorren caminos y bosques de gran belleza y la fuerza que se utiliza para arrastrar los trineos es la de perros que han sido debidamente entrenados para esa función y que disfrutan haciendo su trabajo. Son animales muy fieles y con un instinto especial para encontrar el camino más seguro. Las excursiones en trineo se hacen en grupos reducidos; en esta actividad cada uno conduce su propio trineo y siempre acompañados de un guía que comparte sus conocimientos sobre este deporte, sobre los animales y el entorno natural donde se desarrolla la actividad.
También es posible practicar el esquí nórdico, el esquí de montaña y las rutas con raquetas por otros de los muchos senderos señalizados o en cualquiera de las otras zonas aptas para este tipo de deportes. El Pallars Sobirà dispone de una red señalizada de unos 400 km para hacer senderismo, con todo tipo de itinerarios, con los que describir su patrimonio natural y cultural. Estas pequeñas rutas y el GR-11, la Alta Ruta Pirenaica, completan las posibilidades para descubrir por los empedrados caminos una comarca sorprendente, sus fuentes, iglesias, edificios históricos, puentes medievales, dólmenes, sus tradiciones, cultura, gastronomía, rincones de ensueño y un paisaje inimaginable. En este contexto, el ambiente alpino cautiva irremediablemente al aventurero. Los refugios de montaña, perfectamente acondicionados, son muy aconsejables para pernoctar.
Gran dominio esquiable del Pallars
Port Ainé, Spot Esquí y Tavascán, estaciones muy próximas entre sí, configuran el gran dominio esquiable del Pallars. Bajo esta marca de Grand Pallars se aúnan un total de 70 kilómetros de pistas, 232 cañones de nieve, 6 telesillas, 7 telesquís, cinco cintas. Un fortfait único permite disfrutar de estos tres sectores, haciendo más amena y variada la estancia y la práctica del esquí alpino.
Spot Esquí es una estación acogedora y familiar, especialmente reconocida por quienes optan por huir de la masificación de las grandes instalaciones. Dispone de una zona habilitada exclusivamente para esquiar los niños y con un jardín de nieve, para que los padres puedan disfrutar con tranquilidad del resto de la estación. Todas las pistas están orientadas hacia el nordeste y rodeadas de bosque, lo que le dota de un encanto especial.
Port Ainé se encuentra en las inmediaciones del término de Rialp, a los pies del Pic l’Orrri, de 2440 m. A diferencia de otras estaciones, los esquiadores no expertos pueden subir hasta la cota más alta de la estación, a 2.440 m, y acceder a la pista Bellavista, apta para debutantes.
Tavascán es una estación también de carácter familiar, a diferencia de las anteriores, dispone de un sólo telesilla y un telesquí, es una pequeña instalación con grandes pistas. En ellas coinciden esquiadores de altísimo nivel, de esquí nórdico y travesía con practicantes de niveles inferiores y debutantes. La estación se encuentra a 10 km del pueblo de Tavascán, en un paraje de gran belleza. Se trata de un nuevo concepto de estación de alta montaña, en una zona privilegiada para la práctica de todas las modalidades de esquí, dónde durante todo el año también se pueden practicar otras actividades relacionadas con el mundo de la montaña.
Entre pistas
Entre las instalaciones destinadas a la práctica del esquí y los deportes de invierno, los valles y montañas de esta porción del Pirineo acogen pueblos con especial encanto, con un valioso legado románico que se extiende por toda la comarca. La arquitectura característica del Pirineo queda también manifiesta en sus pueblos, caminos y puentes que aún conservan el estilo impuesto por el trabajo de ingenieros, escultores y pintores de otros tiempos.
Además de estos edificios heredados del románico, existe una extensa oferta museística y otros lugares de alto interés cultural, como el Ecomuseo de les Valls d’Aneu o la Serradora d’Areu, que muestran los usos y costumbres tradicionales de la comarca. Estas exposiciones coinciden con otras más actuales como el Museo de Mariposas de Cataluña o el Centro de Interpretación de Tavascán. Entre tantas y tantas opciones es recomendable no dejar pasar por alto algunas visitas de especial consideración, como son los conjuntos de Llesui, Gerri de la Sal o la localidad de Esterri d’Aneu.
En Esterri d’Aneu predomina el ambiente comercial que siempre tuvo, es la localidad más importante de esta zona, ya que se encuentra en una encrucijada de valles. Su casco antiguo lo configuran estrechos callejones con antiguos edificios, en cuya calle Mayor se encuentra la Creu de Terme. Se trata de una estela discoidal situada sobre una columna que según la tradición, fue erigida por los franceses. Junto al barrio del puente, sobre el río Noguera Pallaresa, se levanta un puente medieval de finales del siglo XIII con dos arcos y cerca de treinta metros de longitud. Cuenta también Esterri con uno de los principales ecomuseos de la zona, se encuentra en la Casa Gassia, en la que se muestra al visitante una panorámica de la forma de vida y las tradiciones de los habitantes allá por el siglo XIX, además de información útil sobre el entorno y la naturaleza.
Otro punto de interés es Llesui. Se localiza en las proximidades de Sort, municipio capital de la comarca del Pallars, en el valle de Assua, uno de los menos conocidos hasta que se construyó la estación de esquí de Llesui. Hace años que cerraron sus instalaciones, pero el pueblo, aunque fue notablemente transformado en aquel entonces, conserva detalles de su arquitectura de alto interés como la iglesia románica de Sant Pere.
Río abajo se encuentra Gerri de la Sal, declarado conjunto histórico artístico, con bellas manifestaciones de su antiguo trazado medieval como la muralla y la Torre de la Presó. Frente al pueblo se alza de monasterio de Santa María, otrora uno de los lugares de recogimiento espiritual más importantes del Pallars. El subnombre de La Sal proviene por la existencia de un manantial salino de la zona. Su explotación fue privilegio de los monjes benedictinos hasta el siglo XVIII. La organización monacal fue, en tiempos, una de las más enriquecidas del obispado de Urgell, ya que acaparaba terrenos en latifundio dominados por castillos y derechos de explotación de molinos, además de las mencionadas salinas.
El misterio de la montaña Tor
La historia de la Montaña de Tor está rodeada de misterio; es, cuanto menos, ajetreada y curiosa. En 1986 las 13 familias del pueblo de Tor deciden, en previsión de que el Estado no expropie la montaña, establecer una sociedad de condueños redactando unos estatutos por los que regirse. Así, consensuaron que ésta fuera propiedad de aquellos vecinos que mantuvieran el fuego encendido todo el año (es decir, vivieran de forma permanente en ella).
Antes de la guerra civil, los dueños de la montaña, si bien ésta está aislada la mayor parte del invierno y las condiciones de vida en dicha estación del año son muy duras allí, estaban considerados los más ricos de la zona. Tenían ganado, buenos pastos y madera, y eso entonces era ser rico. Además, y pese al aislamiento y la dureza de la vida, o tal vez precisamente por ello, las trece familias convivían en buena lid.
Con la guerra civil y más tarde, en la posguerra, con el hambre y con la dictadura, una serie de circunstancias como el hecho de que allí arriba carecen incluso hoy en día de agua corriente, luz eléctrica o línea telefónica y se encuentran incomunicados la mayor parte del invierno, dio lugar a la marcha de la mayoría de los vecinos del pueblo, al menos durante los meses más fríos. Pero el desencadenante que precipitó este abandono fue la quema de cuatro de las casas a raíz de la persecución y ejecución, por parte de la Guardia Civil, de unos maquis que se habían refugiado en la montaña.
De este modo, puesto que los estatutos indicaban expresamente la condición de “tener el fuego encendido” todo el año para mantener la propiedad, se desataron los amaños, envidias, odios y rencillas en una batalla desenfrenada entre las tres casas más importantes de Tor, plagada de demandas y juicios, y salpicada a su vez con varios asesinatos, por hacerse con el control y la propiedad de la montaña.
Josep Montané, “Sansa”, y Francesc Sarroca, “Cerdá”, los más actuales patriarcas de dos de estas casas fuertes, unidos sólo por la causa pues también les separaban disputas antiguas, luchaban con la intención de venderla o alquilarla para hacer un complejo de ocio y pistas de esquí; el otro cacique, Jordi Riba, de la casa “Palanca”, sólo por hacer valer su derecho como único dueño y vender a sus anchas la madera del lugar, así como “manejar” el paso de contrabandistas (que ni eso le falta a esta historia) desde Andorra.
Entre situaciones delirantes más propias de la imaginación de algún escritor trágico que de la vida real, “Sansa” y “Cerdá” arriendan la montaña en 1976, a espaldas del resto de miembros de la sociedad de condueños, a Rubén Castañer, un agente inmobiliario aragonés-andorrano, que pasea por “sus dominios” con dos guardaespaldas. Dos años más tarde “Palanca”, asociado por las circunstancias con los otros condueños, la alquila a dos leñadores que le harán las veces de guardaespaldas a él. Así las cosas la tensión es palpable y se masca la tragedia.
Los primeros asesinados, en 1980, fueron los dos guardaespaldas del “Palanca” a manos de los dos “protectores” de Rubén Castañer cuando, según declaraciones del “Palanca”, intentaban matarle a él, que consiguió huir. En 1981 los abogados de “Sansa” y “Cerdá” interponen una demanda contra los otros vecinos por hacerse con la propiedad de la montaña.
En 1995, el juez de Tremp falla a favor de, “Sansa”, declarándole único dueño de Tor en base a que sólo él pudo demostrar que vivía todo el año en la montaña, y dejando fuera al otro litigante con el que formaba bando contra “Palanca”, “Cerdá”. Pero su reinado en Tor duraría tan sólo cinco meses antes de que lo asesinaran.
Finalmente tras muchos procesos y recursos, en 2002, la Audiencia de Lleida dicta sentencia afirmando que la montaña es propiedad de todos los herederos de los trece fundadores. Palanca y los herederos de Sansa presentan recurso que es rechazado por última vez en el año 2005 por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, que ratifica la sentencia de 2002.
El periodista Carles Porta se metió de lleno en esta aventura de la que, como él mismo declara, ya nunca saldrá del todo, cuando en Tor se descubrió el asesinato de Josep Montané Baró, “Sansa”, y TV3, el canal de televisión para el que trabajaba, le envió a cubrir el reportaje para elaborar un programa de esa cadena llamado “30 minuts” –en referencia a su duración-. Tan magnífico trabajo de investigación hizo el equipo y tan estupendo reportaje dieron a luz que les concedieron el premio Pirineus de periodismo por el reportaje.
Tiempo después de su emisión, en 2003, Porta recibió una subvención de los premios literarios Vallverdú de Lleida para escribir un libro sobre el tema, que dio lugar al nacimiento de “Tor, La Montaña Maldita”. Un libro apasionante y lleno de misterios que nos presenta de cara las miserias humanas con ciertas dosis de humor y mucha sencillez.
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