La historia de esta ciudad comienza con el Adelantado Alonso Fernández de Lugo que venció, en 1496, a los últimos guanches en El Realejo. Ahí acabo la conquista de Tenerife y su incorporación a la Corona de Castilla. Al año siguiente se creó en Aguere, palabra guanche que significa laguna, la población de San Cristóbal de La Laguna.
Por Mariam Gómez-Zamanillo © revistaiberica
Fotos: Anel Fernández
Durante el paseo por La Laguna, miraremos hacia arriba. En este recorrido visual por las alturas se puede disfrutar de un buen número de balcones y ventanales tallados en madera, así como los tejados de las casas a menudo cubiertos por una planta llamada verode. La simiente de esta planta viene transportada por los vientos desde África y se deposita allí llegando a formar parte del paisaje sobre las hermosas casas señoriales, palacios e iglesias.
Vamos a pararnos y disfrutar de los hermosos patios de los edificios señoriales, ejemplo de la arquitectura lagunera y donde podremos observar la exótica y única flora de la zona: No perderse el frondoso jardín del Convento de San Agustín, cuya imagen sirvió para que la ciudad fuera declarada Patrimonio de la Humanidad. Ni el de la Casa Montañés, salpicado de helechos colgantes enmarcados por balcones de madera. El tercero inexcusable es el del Palacio de Lercaro, presidido por un magnífico drago en el segundo patio, y una profusa balconada manierista en el primero. Todas estas obras fueron realizadas entre el siglo XVI y el XIX y en diferentes estilos como el plateresco, barroco, y neoclásico. Entre estos palacios las casas de La Laguna sorprenden por sus impecables fachadas pintadas de vivos colores. En cuanto a la arquitectura del siglo XX, el Teatro Leal es un ejemplo de estilo modernista.
Dentro de la arquitectura religiosa que se observa en cada calle (con multitud de ermitas, cruces, calvarios, capillas, iglesias y conventos) debemos visitar la Iglesia de la Concepción, cuya torre es símbolo de la ciudad y buen observatorio desde su campanario, y en cuyo interior hay una joya: un púlpito de madera barroco del s. XVIII; y el Santuario de San Francisco, que posee una talla de estilo gótico del Cristo de La Laguna dentro de un altar de plata. La Catedral de La Laguna, un edificio neogótico de cinco naves y torre de reloj, desgraciadamente no se puede visitar en la actualidad por estar en obras.
Alrededores
En la zona costera de La Laguna encontramos el pueblo de Bajamar, un pequeño pero animado núcleo vacacional, famoso por su fresco clima veraniego y por sus originales piscinas naturales de agua de mar. Esta zona de baños, con dos piscinas grandes y una para niños casi siempre muy concurridas y con un ambiente familiar muy atractivo. El acceso es gratuito. También existe una pequeña playa de arena. La carretera que conduce a Bajamar finaliza en Punta del Hidalgo, con arena negra o callaos, dependiendo de los períodos del año y de las mareas. Esta zona suele ser frecuentada por surfistas, el oleaje puede llegar a ser muy fuerte, por lo que hay que extremar las precauciones.
En el norte encontraremos el Parque Natural de Anaga, un hermoso patrimonio natural, sus senderos nos conducirán por magníficos bosques y profundos barrancos, poblados por flora de la era terciaria, como la laurisilva. Merece la pena dedicar algún tiempo y realizar alguna de las excursiones por los senderos perfectamente señalizados y de fácil recorrido.
Gastronomía Lagunera
Podremos disfrutar de auténticos manjares marinos de la zona costera como samas, cabrillas, sargos, abades, meros, sardinas, chicharros, lapas y por supuesto, la exquisita vieja, la estrella de los productos del mar, acompañados de las conocidas papas arrugadas (patatas) y los mojos (salsas).
De zonas rurales y de interior el rey es el gofio (cereales tostados), para acompañar a las carnes de cerdo, de cabra, conejo y cabrito a la brasa, los apetitosos pucheros, en los que se combinan las carnes con las mejores hortalizas de la vega lagunera, los quesos tiernos de cabra y oveja. Igualmente apetitosos son los plátanos y otras frutas tropicales.
Entre los postres más conocidos, figuran los roscos laguneros, el frangollo con miel (postre típico a base de maíz) o las truchas de batatas con almendras. No dejar de visitar las pastelerías de la ciudad, un verdadero paraíso para los golosos. Para acompañar estos platos, elegiremos entre los personales vinos pertenecientes a alguna de las 50 bodegas de la D.O. Tacoronte-Acentejo.
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